
Miguel de Unamuno empieza San Manuel Bueno, mártir con la beatificación de Don Manuel desde la perspectiva de una narrador quien era buena amiga de Don Manuel y se llama Ángela Carballino. El lector aprende que Don Manuel, a pesar de su beatificación, no cree en ninguna ultratumba, poniendo en duda el carácter de Don Manuel.
[Yo, Don Manuel, no fui al claustro] porque yo no nací para ermitaño, para anacoreta; la soledad me mataría el alma, y en cuanto a un monasterio, mi monasterio es Valverde de Lucerna. Yo no debo vivir solo; yo no debo morir solo. Debo vivir para mi pueblo, morir para mi pueblo. ¿Cómo voy a salvar mi alma si no salvo la de mi pueblo?